
Los errores de cálculo y de comunicación complican cualquier retorno a la normalidad |
La mayor ventaja de México en la lucha contra la pandemia de coronavirus, es el tiempo. La enfermedad tardó en golpear en América Latina en y dio cierto margen para la planificación que, aunque no ha evitado una sacudida devastadora, al menos ha permitido que la atención hospitalaria no colapse por completo.
Ahora que la mira está puesta en el regreso a la nueva normalidad, el ejemplo de otros paÃses que han pasado por el mismo trance unas semanas antes debe servir para ver qué funciona y también para evitar errores.
España está reabriendo el paÃs con un sistema de fases que por el momento está logrando el objetivo primordial, que el desconfinamiento no se traduzca en rebrotes y haya que dar pasos atrás que serÃan muy complicados para la economÃa y para la psicologÃa colectiva después de un confinamiento muy largo y muy estricto, con prohibición expresa de salir de casa vigilancia policial exhaustiva y multas.
Es el primer bache que afronta México. Mientras que España inició la desescalada por fases cuando el peor momento de contagios habÃa pasado, México puso fin a la jornada de sana distancia y empezó el camino a la nueva normalidad en el punto álgido de contagios. Aunque López Gatell se queje de que los medios mienten cuando afirman que el paÃs ya está abriendo, el error de cálculo y de comunicación del gobierno está siendo mayúsculo.
Es cierto que el semáforo está en rojo y las prohibiciones aún son máximas, pero solo el hecho de anunciar que termina la jornada de sana distancia en los dÃas más crÃticos, contribuye a la confusión de una población que confÃa cada vez menos en los datos oficiales y sale cada vez más a la calle. Aunque las cifras de muertos diarias permanecen altas, los signos de cansancio son palpables. Hay más movimiento, más tráfico y más negocios abiertos, empujados por la necesidad y los datos confusos.
Se está cumpliendo asà el gran temor que López Gatell invocaba allá por el mes de marzo, cuando se mostraba reacio a un cierre temprano y estricto por miedo a agotar a la población cuando llegasen los peores dÃas de la pandemia. Es precisamente lo que está ocurriendo.
México decidió con buen criterio quedarse en las recomendaciones y no aplicar prohibiciones, consciente de hasta donde podÃa controlar, pero necesita emitir mensajes más claros sobre lo que se puede y lo que no se puede hacer en cada uno de los colores del semáforo que nos esperan. Asà se evitarán sonrojos como el de la ministra de Turismo española que anunció una fecha para la reapertura del turismo extranjero y tuvo que rectificar poco después tras las quejas del vecino Portugal. Los errores se agravan cuando la materia es sensible y España se juega el 15% del PIB en este sector. Algo parecido ocurrió con el sector automotriz en México, clave en la relación con Estados Unidos. AMLO perdió el pulso con Puebla, que abrirá sus fábricas quince dÃas después que el resto del paÃs y aunque la derrota no fue grave, deberÃa servir para evitar futuros incendios.
La debilidad legislativa del presidente español Pedro Sánchez ha sido el escollo principal para conducir la desescalada con criterios claros. Las quejas de la oposición por abrir antes territorios en los que gobierna han consumido parte de la energÃa en la gestión de esta crisis y se han convocado elecciones en Galicia y PaÃs Vasco, a pesar del riesgo sanitario. López Obrador tiene el terreno más llano en este sentido y puede evitarse toda tensión ajena a criterios de salud. Aunque ha habido reclamos de gobernadores, han sido para pedir recursos y prudencia, no más rapidez.
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